Isabel I de Castilla es uno de los personajes más controvertidos de la historia, no estaba destinada a ser reina, era la tercera en la línea de sucesión de su padre Juan II pero acabó siendo una de las reinas más poderosas de su tiempo.
Su hermano mayor, Enrique IV de Castilla, tenía su residencia habitual en Segovia.
Al nacer su hija Juana, conocida por todos como la Beltraneja, trae a la corte a sus hermanastros Alfonso e Isabel, ella contaba con 10 años aproximadamente.
Ante los rumores de que la princesa Juana era hija ilegítima de Enrique IV, este reconoció a la princesa Isabel como heredera al trono en el pacto de los Toros de Guisando 1468. Apenas un año después Isabel se casó en secreto con Fernando de Aragón, rompiendo lo pactado en Guisando, lo que convertía a la Beltraneja en heredera de la corona de Castilla.
Isabel conocía bien el carácter de Enrique IV y, aunque las relaciones entre ellos no eran cordiales, Isabel se estableció en el Alcázar de Segovia con el rey.
Enrique IV murió el 11 de diciembre de 1474, en circunstancias extrañas. El 13 de diciembre de 1474 en la Iglesia de San Miguel de Segovia, Isabel se proclamó reina y propietaria del reino de Castilla y a Fernando como su legítimo marido.
El objetivo era posicionarse por delante de su sobrina Juana.
Durante su reinado Isabel pasó largas temporadas en Segovia y hasta llegó a mandar construir su panteón en el Convento de San Antonio El Real.
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